Imperfecciones y esas cosas

Pues resulta que mi casa no es perfecta, va mejorando, sin duda, la voy poniendo a mi gusto… pero no es perfecta. Mi casa tiene algunas paredes torcidas, esquinas que no lo son tanto… pero a mí me gusta, es mi casa.

Pues eso pasa también con las personas. Yo no soy perfecta, ni ganas, ¡soy humana!

Me he pasado gran parte de mi vida buscando perfección en muchas cosas, yo incluida, y es muy frustrante intentar llegar a algo que, al final, es imposible. Por suerte, las cosas, las personas, las situaciones, no son perfectas. Que aburrido sería si todo fuera siempre como debe ser, como se supone, sin una variación.

Con los años y las situaciones que me han ido viniendo he aprendido a aceptarme más, a ser consciente de mis limitaciones y mis diferencias y dejar de luchar contra esto. Y una vez que lo acepto y dejo de pelear con eso, puedo hacer para mejorar, ¡eso siempre! Pero desde el cariño hacia mí y desde la comprensión. Por no hablar de la liberación que me ha supuesto dejar de intentar ser algo que no soy. Aceptarte y hacer partícipes al resto es maravilloso 🙂

Al final, como con mi casa, yo no voy a dejar de querer estar porque una pared esté un poco torcida. Me ayuda a lidiar con la imperfección como parte de la vida, me enseña.

De cada persona que tengo cerca también aprendo, de lo bueno y de lo malo. Parto de la base de que cada una lo hace lo mejor que puede siempre, imperfecciones incluidas, así que me enseña ver como tú puedes con cosas que igual yo no, así a la siguiente lo haré mejor.

Gracias por estar, por enseñarme, por dejarme ver cómo.

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