Fun, fun, fun

Es tiempo navideño, de celebrar, de reunirse con gente… es tiempo de comer y beber mucho, por decirlo de forma general.

Este año nos toca un navidad rara, diferente, más recogida y más solitaria en muchos casos y es esta forma diferente de vivirla lo que me ha planteado dudas. Tengo claro, porque lo he oído muchas veces, que hay gente que estos días se ve sin ganas y sienten un poco la obligación social de estas fechas. Pero y en lo referente a la comida, ¿comes sin ganas estos días?

Creo que se nos olvida nuestro cuerpo y nuestras necesidades físicas, mientras estemos alrededor de la mesa y la mesa siga llena seguiremos comiendo, así un día tras otro. Y nosotras, que de normal no cenamos mucho o que solo comemos un plato, que intentamos cuidarnos, comer sano; nos vemos en un sinfín de platos, además con elaboraciones de pesada digestión, con dos postres, más los dulces, más el brindis… Al final acabamos juntando la picaeta con los amigos con la merienda en casa de los suegros y es un no parar para nuestro estómago.

Te has planteado la locura que esto supone para tu estómago, tu sistema digestivo, tu sensación de saciedad o de hambre, para tu intestino, en fin, para tu cuerpo en general.

Se nos olvida que podemos decir que no, que no tenemos hambre o que no nos apetece más. Podemos no acabarnos el segundo tercer plato, o el cuarto postre, y no pasa nada. La navidad seguirá siendo navidad, nos seguiremos juntando y no tenemos que machacar a nuestro cuerpo en el intento. La finalidad de la navidad es vernos, juntarnos, estar con la gente que quieres y te apetece, y esto puede hacerse con mucha comida y bebida, pero también se puede hacer con menos. Esa gente seguirá queriendo verte, aunque no salgas rodando de cada comida.

Pon un límite a tu gula por el bien de tu función digestiva.

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