Primer pensamiento del año.
Después de pensarlo bastante, creo que de lo que más me nace es hablarte de la tenacidad, de la constancia. Para mí ha sido un descubrimiento.
Es verdad que siempre he sido un tanto “cabezota”, por lo que, si me he empeñado en conseguir algo, he insistido y me he esforzado todo lo que he podido, y antes o después lo he acabado logrando. Pero te hablo de otro tipo de constancia.
Te hablo de la capacidad de sacrificio, de hacer algo, aunque no te apetezca y te esté costando mucho, porque sabes que tiene una recompensa que vale la pena.
Yo lo he descubierto sobre todo en el deporte.
Como ex-sedentaria confesa que soy, antiguamente me maravillaba la gente que durante todo el año tenía ganas de hacer deporte, incluso con frío, incluso con calor.
Y ahora que soy yo la que hace deporte he descubierto la farsa. ¡¡Ojalá me apeteciera siempre, durante todo el año hacer deporte!! Nada más lejos de la realidad.
La verdad es que muchos días tengo frío, otros muchos estoy cansada o me da pereza. Y ya cuando llevas unos días sin hacer nada porque no has podido, volver es un “¡mátame camión!”
Pero aun así vuelves, acabas volviendo aunque cueste. Y no es por ganas, te lo aseguro, es por la recompensa. Es porque luego te sientes bien (tienes subidón de endorfinas), es porque te ves mejor, te sientes con el cuerpo menos dolorido y te mueves más fácilmente, duermes mejor, haces mejor las digestiones, estás más relajada, tienes menos estrés… en fin, que pasado el momento horribilis todo son ventajas, y por eso volvemos. Al final, hasta lo disfrutas y todo.
Yo antes pensaba que las ganas de hacer deporte las tenías o no, y si no habías sido agraciada con el don deportista te tocaba quedarte en casa y lamentarte.
Después de varios intentos de hacer ejercicio yo lo daba por hecho, siempre acababa dejándolo por falta de ganas, por lo que nunca había llegado a ese punto en el que me valiera el esfuerzo de volver. Por eso en este punto es tan importante esa constancia, porque las ganas (por motivada que estés), en algún momento se acaban y tienes que obligarte a moverte del sofá. Tu cuerpo tiende a no gastar energía si le dejas y tu cabeza buscará toooodas las excusas posibles para que te digas la temida frase: “Hoy no porque …, ya empiezo mañana”
No le dejes ganar, domina a tu cuerpo y a tu mente. ¡Vamos que tú puedes!
Written by Azais Martínez
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