Te presento a mi «Familia de Sal»:

Desde que desperté del letargo, una frase que he oído muy a menudo en esta aventura que es mi nueva vida, es:

Familia de Sal

Y desde ahí me he dado cuenta que, al menos en mi caso, cuento con dos familias. Una es con la que he nacido, la Familia que todos consideramos como tal (padres, prim@s, ti@s, abuel@s…), y otra es mi Familia de Sal. Esta es toda la que he ido formando en este último tiempo, la que yo he ido eligiendo y con la que he compartido mucha agua salada. En estos últimos años he conocido a gente maravillosa, mucha de la cual me sigue acompañando en el camino que transito, otra sigue su camino que ya se separó del mío y siempre va apareciendo gente nueva a la que es un gustazo conocer. Pero si hay algo que nos une a todos en esto es el agua salada. Con la mayoría he compartido momentos de mucho sudor o de mar, y con casi tod@s en algún momento bastantes lágrimas.

Ellos y ellas son mi familia salada, la gente que me enriquece la vida, que le da la salsa. Sin todos vosotr@s mi vida no sería como es, sin vosotr@s no sería lo mismo. Es con quien me apetece estar cada rato que puedo, aunque no sean muchos o muy a menudo, siempre son con muchas ganas.

Desde que empezó esta aventura he tenido muchos momentos buenos, pero también muchos momentos muy malos, y vosotr@s siempre estáis ahí. Siempre estamos los unos para los otros.

Somos disfrutones y los ratos juntos son intensos, pero sobretodo, siempre estamos ahí los unos para los otros.

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